¿Qué es la ética empresarial?

La ética consiste en el esfuerzo por responder a una pregunta: ¿qué debo hacer? Una pregunta que presupone la posibilidad de escoger entre distintas opciones; es decir, la libertad. Dicho de otra forma, la ética consiste en el uso reflexivo de la libertad
Victoria Camps
En una sociedad globalizada y tecnológica como en la que vivimos, donde las cuestiones sociales, políticas y culturales se complejizan cada día y las relaciones entre individuo, sociedad y tecnología van perfilando la forma en la que vemos el mundo, es más importante que nunca tener en cuenta y comprender las implicaciones éticas que de aquellas se desprenden. En concreto, el aspecto ético de las prácticas empresariales ha cobrado una especial relevancia en los últimos años, vistos los efectos que estas han desarrollado sobre el mundo en el que vivimos.
No obstante, ¿qué son esas implicaciones éticas? ¿Cuál es el aspecto ético que se ha de tener en cuenta en nuestras prácticas empresariales?
En un primer acercamiento hacia el tema, la ética es definida por la Real Academia de la Lengua Española, en su sexta acepción, como “f. Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva. SIN.: moral, moralidad, conducta, norma, comportamiento, deontología”. Muchos autores, como el filósofo Paul Ricoeur (2002), diferencian la ética de la moral por el carácter coercitivo y universal de esta última, mientras que otros han diferenciado la ética como disciplina propia dentro de la filosofía dedicada a las costumbres y la moral como su objeto de estudio (Ortiz, 2016). Sin embargo, ambos términos tienen un significado etimológico muy similar, relacionado con las costumbres y la conducta de los seres humanos.
En el mundo empresarial, la ética se comenzó a abordar en el momento en el que la realidad de las empresas se volvió heterogénea y compleja (comenzaron a aparecer las grandes empresas junto a las tradicionales, donde eran separadas las funciones de dirección y de propiedad) y durante las décadas de los años cincuenta y sesenta surgieron las primeras reflexiones sobre la actividad de las empresas y su gestión, así como la idea de “responsabilidad social” de las empresas. Horacio Martínez (2010) subraya el origen religioso de estas primeras reflexiones al intentar “aplicar determinados planteamientos morales al mundo de la empresa y de los negocios”. Sin embargo, el autor remarca que a partir de los conflictos armados de finales del siglo XX (la Guerra de Vietnam), la actuación de las empresas americanas es criticada por sus repercusiones sociales y ecológicas a lo largo del mundo, y, con ello, el desarrollo industrial y el estilo de vida occidental. Esto llevó, de forma consecuente, a prestar una especial atención sobre la responsabilidad social de las empresas, sobre todo las corporaciones de carácter multinacional y de gran impacto económico y social.
Con el paso del tiempo, y a las puertas del siglo XXI, la responsabilidad social de la empresa se extiende más allá de sus relaciones directas, pues ha de “asumir que […] contribuye decisivamente a la construcción social de contemporánea, y por eso tanto ella como la sociedad misma deben preguntarse qué mundo quieren construir a través de la actividad empresarial” (Fernández, et al., 2017). Camacho, Fernández, González y Miralles exponen que la crisis financiera de 2007 dejó al descubierto “importantes fallos éticos en áreas cruciales de la actividad empresarial […]” y con ello se ha generado un “escepticismo acerca de lo que es posible lograr a través del compromiso ético de la empresa y sus gerentes” que habría que superar mediante un claro conocimiento de la dimensión ética de la actividad empresarial para lograr una mejor adaptación de la empresa al mundo en el que vivimos.
Por último, y en relación a la práctica de dicha responsabilidad social de las empresas, cabe preguntarse si la dimensión ética ha de ser gestionada tan solo por los directivos, los que toman las principales decisiones de la empresa o, por el contrario, han de participar todos los miembros que componen la organización empresarial. Respecto a esta cuestión, se ha de subrayar la idea que proponen estos autores de que existen una dimensión personal de la ética (referida al individuo) y una dimensión social de la ética (referida al colectivo y sus estructuras), cuyas relaciones en la práctica dan lugar a una tercera: la dimensión organizacional (niveles intermedios de agrupación); siendo el objetivo principal de la ética actual la búsqueda de un equilibrio de las tres. Si se tiene en cuenta que la naturaleza de la relación de los seres humanos y sus estructuras sociales es de dependencia recíproca, es consecuente comprender que la inserción de aquellos en sus instituciones, asociaciones u organizaciones “constituye un lugar privilegiado para su actuación por la mejora ética de la sociedad” (Fernández, et al., 2017).
De esta manera, cuando se habla de la ética empresarial, no hablamos de una clase de ética configurada para el mundo empresarial y sus particularidades, sino, más bien, de la dimensión ética que desarrolla la propia empresa en la ejecución de su actividad. Ello es debido a que la empresa no solo responde a sus propietarios y persigue fines de maximización de beneficios, sino que la misma sociedad está implicada en su continuidad y su éxito.
Por ello, todas las personas que participan en la cadena de actividades relacionadas con la producción quedan afectos a su actuación, incluyendo, no sólo los empleados, sino, al cumplir una función social, a todas aquellas personas que acceden a sus bienes y servicios, así como a todos los productos, de cualquier naturaleza, derivados de su actividad empresarial. De esta manera, no solo son relevantes las acciones del individuo ético, sino que también produce efectos su conducta como parte de una organización y, en suma, como parte de la sociedad.
Y tú, ¿tienes en cuenta la dimensión ética de tus prácticas empresariales? ¿En qué facetas de tu actividad cotidiana localizas una actitud socialmente consciente y responsable?
Bibliografía:
Fernández Fernández, J. L., Camacho Laraña, I., & González Fabre, R. (2017). Ética y responsabilidad empresarial (pp. 19-20). Bilbao: Unijes y Desclée de Brower.
Martínez Herrera, H. (2010). Responsabilidad social y ética empresarial (ed.). Ecoe Ediciones. https://elibro.net/es/ereader/uc3m/69172?page=25
Ortiz Millán, G. (2016). Sobre la distinción entre ética y moral. Isonomía, (45), 113-139.
Real Academia Española. (s.f.). En Diccionario de la lengua española. Recuperado el 17 de diciembre de 2019, de 2024. https://dle.rae.es/%C3%A9tico
Ricoeur, P. (2002). Ética y moral. Veritas, (10).